Edgardo Jesús Lucero fue a buscar al supuesto amante de su novia, Vladimir Cristian Cayo, al local de celulares que este tenía en una galería en Mendoza y no salió vivo. La Justicia lo sentenció a la pena de 20 años de prisión.
Fuente: La100
El fatal desenlace de Edgardo Jesús Lucero, ocurrido el pasado 7 de diciembre, tuvo como protagonista a Vladimir Cristian Cayo, señalado como el amante de la novia del difunto. La trágica confrontación se llevó a cabo en el local de celulares que Cayo administraba en una galería en Mendoza, culminando con la muerte de Lucero. Sorprendentemente, la investigación se desarrolló de manera vertiginosa, focalizándose en las acciones desordenadas de Cayo al deshacerse del cuerpo.
La desaparición de Lucero fue denunciada por su familia apenas 38 días antes del esclarecimiento del crimen. El joven, de 29 años, había comunicado a sus allegados que se dirigía a Palmira, San Martín, para encontrarse con su novia, una coartada que resultó ser falsa. Su verdadero destino fue la galería Tonsa, donde confrontó a Cayo por la supuesta relación con su pareja y donde, según la reconstrucción de los hechos, el comerciante lo estranguló en medio de una violenta discusión.
El crimen careció de testigos directos, pero los errores del asesino comenzaron al exhibir el cuerpo de Lucero dentro de una bolsa de consorcio, a plena vista y ante las cámaras de seguridad del lugar. Desafiante, Cayo solicitó un Uber para transportar la macabra carga, despertando la curiosidad de los presentes por el inusual tamaño de la bolsa. Un testigo relató: “Nos sorprendió el tamaño de la bolsa, era como de casi dos metros. Nunca me imaginé que así fuera hasta que llegó la Policía”.
Cómo fue la sentencia del acusado
Arrastrando la bolsa, Cayo llegó al estacionamiento y abordó el Fiat Cronos blanco de Johathan Orlando Torre. Este último, ajeno al contenido de la bolsa, aceptó llevar a Cayo, pero la Justicia lo mantiene imputado por encubrimiento agravado. La reconstrucción de los hechos se facilitó gracias a las declaraciones de los comerciantes de la galería y a las imágenes de las cámaras de seguridad. La última actividad registrada del celular de Lucero coincidía con la ubicación del condenado.
Frente a la presión policial, Cayo confesó el crimen y señaló el lugar donde había descartado el cuerpo. En un rápido juicio abreviado, el comerciante expresó su arrepentimiento: “Acepto los cargos y quiero pedir perdón a la familia Lucero. Estoy muy arrepentido de lo que hice”. El Juzgado Penal Colegiado Nº 1 dictaminó una condena de 20 años de prisión para Cayo.
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